La fotografía gastronómica es una de las más demandadas y que ha despertado mayor interés.  Bares, restaurantes, empresas de catering… precisan de este tipo de fotografía a veces de manera periodica, pero el gran uso de redes sociales como instagram también ha creado una afición, los bloggers de gastronomía han comprobado como sus imágenes son más visualizadas y alcanzan mayor popularidad si cuidan la estética y mejoran la calidad. No en vano también comemos por os ojos. ¿Quieres conocer algunos secretos sobre la fotografía gastronómica? quédate a leer:

La importancia del ángulo

Una de las preguntas que más nos ayudarán para captar el atractivo de un plato es preguntarnos ¿cuál sería la visión del comensal?
Esto nos ofrece una vista más natural que invita a paladear. ¿Cuál es la visión del comensal? en muchos casos es contrapicada a 45ª por encima del plato o alimento. Esa es la visión más clásica y que no suele fallar. En los planos macros conviene seguir el mismo patrón aunque podeos «frontalizar» más el ángulo. Otra opción es el contrapicado puro, es una visión no tan natural pero válida con la que instagram nos ha ayudado a familiarizarnos.

Tips para hacer más atractivos los alimentos

Estos trucos tendrán que personalizarse dependiendo del tipo de alimentos que tengamos en la mesa. A veces los fotógrafos llegamos a «falsear» imágenes para que resulten más atractivas, pero sin llegar a las creaciones 100% digitales podemos ofrecer una imagen realista cuidando nuestro resultado… los trampantojos son válidos siempre que ofrezcan una visión similar a la del comensal. Por ejemplo si vamos a fotografiar helados quizás sea inviable llegar a fotografiar helados… me explico: con el tiempo de preparación del set, del producto y el calor de los flashes o focos podría resultar inviable hacer otra cosa que tomas de batidos. Es por eso que uno de los trucos es usar puré de patata con colorante y/o toppings que simulen el postre. Esto no engaña a la visión ya que el resultado puede ser casi idéntico, pero el material no será el mismo… igualmente sucede con los cubitos o hielo picado, existe mucho atrezzo que simula esos ingredientes para facilitarnos el trabajo.
Otros de los trucos cuando se trata de fotografiar elementos cocinados es vigilar brillos y texturas. Muchos productos pierden atractivo visual al llevar tiempo preparados, es por eso que conviene tener al lado elementos que los «refresquen»: aceite y otras grasas o incluso miel para dar brillo, agua para pulverizar algunas superficies o, al revés, papeles secantes para evitar líquidos extraños. En algunos casos conviene gratinar o dorar con soplete a último momento. La idea siempre será la de disparar a un alimento como si estuviese recién preparado.

Que esté intacto

Hay cosas que pueden resultar poco apetecible como: la imagen de alguien comiendo o alimentos medio comidos. Podemos partir algunos platos o coger una parte con un cubierto, pero en cualquier caso la comida debe parecer que está entera y poco manoseada dentro de nuestra imagen.

Usa sus ingredientes

Cuando tengas un plato entre manos pregunta de que se compone: hierbas aromáticas, granos, especias, etc. puede utilizarlas para la composición del bodegón final. También puedes tirar de elementos que podrían haberse usado para su preparación: rodillos, cacerolas, tablas, etc. Le dará un aspecto más rústico y cálido y, siempre y cuando cuides la composición, el resultado puede ser muy placentero.

Juega mucho con los colores

Si tienes la oportunidad de ser algo creativo, aprovechas los maravillosos tonos de frutas y verduras para crear contrastes: rojos con azules, naranjas y verdes… puedes usar cartulinas de base de mantel. Si quieres un efecto menos impactante juega con tonalidades análogas y neutras: tostados, crudos y chocolates, verdes oscuros y poco vibrantes…